Artículo de Alberto Astorga
El Rotary Club de Badajoz está de cumpleaños. Allá por 1981, un grupo de amigos, empresarios, profesionales, docentes, consiguieron de Rotary International su autorización como Club Rotario de Badajoz.
En aquel entonces fueron los primeros en abrir sus puertas en Extremadura, una región sin experiencia anterior para este tipo de club, y que puso la pica para la posterior constitución de los clubs de Mérida y Cáceres.
En estos 40 años han sido muchas las vicisitudes por las que ha pasado el Club Rotario de Badajoz, unas veces en paralelo a las circunstancias regionales y otras acompañando lo que sucedía en la propia ciudad.
Primero desde su sede en el Hotel Zurbarán de Badajoz, y ahora desde el Hotel NH Gran Casino Extremadura, sus reuniones siempre han contribuido a servir con su actividad a necesidades de la ciudad y de la región, al mismo tiempo que se consolidaban las relaciones personales de amistad y compañerismo de sus miembros.
Unas veces de forma silenciosa, siguiendo aquel bíblico precepto de que ‘no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha’ y otras, como ahora, con la más absoluta transparencia mediática y de presencia en redes sociales y en internet, dando a conocer aquello que se hace y quiénes forman parte de la organización en la ciudad. Lo modernidad va llegando a cada actividad humana y Rotary no podía ser ajena a ella.
En aquella época inicial, y por las relaciones de amistad que mantenía con algunos de sus miembros, mi padre asistió a aquellas primeras reuniones. Pasados los años quién le iba de decir que yo sería miembro activo y que hasta presidiría el club este año y los dos anteriores.
Y a estos tres últimos años quiero referirme, pues han sido intensos para todos los que componemos la familia rotaria, como para mí, pues de alguna manera he tenido que canalizar las iniciativas y los proyectos que hemos puesto en marcha.
Hay tres momentos que quiero evocar. El Rotary Club de Badajoz puso en marcha la gala anual ‘Ningún niño sin juguete’, que se ha consolidado como una gala necesaria y un encuentro entre aquellos que pensamos que debemos cuidar a un sector muy sensible de nuestra sociedad; ayudar a aquellos que tienen problemas de integración o a quienes no les ha acompañado la fortuna en sus pocos años de vida. Nos acompaña en este proyecto la organización juvenil Juvenex, comprometida con actividades en la naturaleza y al aire libre.
El siguiente fue nuestra presencia en ‘La noche en blanco’ de Badajoz. En esta ocasión nos acompañó una pléyade de artistas de diversas disciplinas que hicieron del escenario un lugar de encuentro solidario y de creatividad. ‘Músicos sin fronteras’ estuvo ahí, con el desinterés y el entusiasmo que les caracteriza siempre.
El tercer momento, como no podía ser de otra forma, ha sido una pandemia, y un estado de Alarma que ha impedido seguir con las reuniones, que nos confinó en nuestras casas y que limitó los contactos personales a visualizar a las personas de una forma fría a través de la pantalla del ordenador o del teléfono móvil.
De cada momento se aprende y de cada momento hay que disfrutar, porque son precisamente las dificultades aquellas que se cuentan con mayor entusiasmo pasados los años. No decaigamos en nuestro ánimo, repensemos cómo podemos actuar para seguir estando ahí, ayudando a los demás y poniendo ese granito de trigo que, junto con otros muchos, nos darán una enorme cosecha que siempre hará falta en nuestro entorno.